¡Debo escribir una Tesis!

Entre la zozobra y el terror escuchamos esta frase de los alumnos cuando se enfrentan a la última instancia de su carrera de grado o postgrado. No importa que tan profundo y minucioso haya sido su proceso formativo, enfrentar la tarea de escribir una Tesis es uno de lo puntos críticos de quienes se enfrentan al final de su formación.Sin embargo, esta tarea de escritura debería ser una de las que naturalmente se dan como resultado de un proceso de aprendizaje consciente y voluntario. Supuestamente nuestro curso de formación, cualquiera sea la especialidad o modalidad, debería formarnos para estas instancias de comunicación científica. En la práctica no siempre es así. Tal vez por esta razón, muchos estudiantes y profesionales, aletargan su fin de carrera o postgrado empantanados en la titánica tarea de comunicar, ni más ni menos, que los resultados de una experiencia de investigación o una revisión bibliográfica o la evaluación de factibilidad de un proyecto.

Buena Escritura se propone hacer más sencilla, más natural y hasta placentera la tarea de comunicar el conocimiento por escrito. Para empezar tenemos que conocer a nuestras buenas amigas las Normas APA.

Las Normas APA o normas de la American Psychological Association (APA) es el estilo de redacción, elaboración y organización de trabajos científicos y académicos más utilizado en ciencias sociales. Explican un conjunto de reglas y procedimientos que se deben seguir en defensa de la propiedad intelectual y con el propósito de que la comunidad académica promueva el respeto a los resultados de la investigación evitando el plagio. Con esa finalidad, la APA “propuso dentro de su manual una serie de especificaciones que le permite tanto al autor, hacer uso de investigaciones ya realizadas como a los diferentes autores referenciados en dicho trabajo, de ser difundidos como autores, productores y/o desarrolladores de conocimiento relevante para el área científica”.

Puedes conocer todo sobre estas normas en www.normasapa.net

¡Anímate a empezar!

Buena Escritura.

Máximas de la Conversación

En toda conversación existe un acuerdo o principio de cooperación que regula el intercambio comunicativo. 

Este principio no describe comportamientos ideales, sino que se concentra en lo que hace funcionar la maquinaria lingüística de modo que sirva razonablemente bien para la comunicación. 
 Impacta sobre la aceptabilidad de los enunciados que intercambian los hablantes, y está compuesto por ciertas categorías que Paul Grice llamó Máximas Conversacionales.

Qué sería de cualquier especialista en marketing digital por ejemplo, si desconociera estos principios de cooperación o reglas regulativas del intercambio comunicativo para el desarrollo de sus contenidos! No olvidemos que en mayor o menor medida toda herramienta de comunicación, asuma la forma que cada profesional prefiera, no existe fuera del lenguaje. Hasta la más novedosa imagen o el diseño más creativo, requiere de una persona que lo interprete, considere y comprenda. Nada de ello sucede fuera del lenguaje; sino podemos ponerle palabras, no podemos comunicar. Es un modo de funcionamiento propio de la comunicación en los seres humanos, nada puede pensarse fuera del lenguaje verbal. Aún cuando creemos tener la mente en blanco, una vocecita nos dice “tienes la mente en blanco” y eso es lenguaje.

Estas máximas conversacionales sirve de fundamento a nuestra conducta lingüística y a muchas otras en las que se requiere colaboración para construir significado.Podemos observarlas o transgredirlas, pero nunca olvidamos su existencia.

Estas máximas deben ser entendidas como concreciones del Principio de Cooperación que rige el intercambio comunicativo entre las personas, y su tratamiento resulta pertinente tanto para la conversación como para otro tipo de intercambios orales y escritos, como una exposición, el guión de un video, una intervención en un debate o la escritura de un e-book, por ejemplo.

A través de la enunciación de sus Máximas Conversacionales, Grice intentó determinar las condiciones de éxito o de fracaso de los intercambios comunicativos.

El cumplimiento de estas máximas determina la aceptabilidad de los enunciados por parte del oyente o destinatario:

  • Máxima de la Cualidad o de la Sinceridad: Consiste en tratar de que la contribución del hablante sea verdadera, es decir sincera. No diga lo que cree que es falso y no diga aquello para lo que carece de una evidencia verdadera.
  • Máxima de la Manera o de la Claridad: se relaciona no tanto con el contenido de lo que se dice, como sucede con las máximas anteriores, sino que tiene que ver con el modo cómo se dice. Refiere a evitar la oscuridad de expresión, evitar la ambigüedad, ser breve y organizado (sea claro).

En honor a la verdad, cuáles de estas máximas incumplimos a diario? Por descosiderar cuáles de ellas obtenemos un maravilloso éxito o un estrepitoso fracaso cuando hablamos o escribimos?

Has pensado hasta qué punto estos desarrollos teóricos sobre el lenguaje son relevantes para quienes trabajan con palabras? Entiendo que es un poco denso para leer y asimilar, pero no por eso debe ser desterrado de todo tipo de referencia acerca del discurso.  

En última instancia cualquier planteo discursivo o de texto que circula en la Net debería dar cuenta de estos aspectos al momento de poner palabras en movimiento.

El significado es una construcción colaborativa

Siempre rige el principio de cooperación



Hoy más que nunca, muchos especialistas se preguntan y arriesgan las mil y una teorías  sobre esta cuestión de cómo se construye el significado de lo que oímos, vemos, leemos,escuchamos, decimos o escribimos.
Siempre inferimos significado más allá de la secuencia del idioma en que se transmite. Y en una conversación, más aún, lo hacemos mecánicamente, sin un control consciente o expreso de la intervención de todos los elementos no lingüísticos disponibles durante la misma. 
Este tipo de inferencias de significado son posibles porque el uso del lenguaje responde a un acuerdo previo de colaboración entre los hablantes. Esto es lo que usualmente, es desconocido o desconsiderado por los actores al momento de trabajar en un texto diferido como una clase a distancia por video, un mensaje en las redes sociales y muchas otras herramientas disponibles en el grandioso mundo virtual de Internet.

Todo en palabras

Hablar, decir y no decir… Entre la lingüística y el sentido común

Gran parte de los significados que producimos e interpretamos al usar el lenguaje se origina fuera de las palabras mismas.  Lo que queremos decir es, en parte, lo que decimos y en parte, a veces decisiva, lo que no decimos pero está implicado en lo que decimos… ¿Confuso? Un poco pero no tanto, que es lo mismo pero no es igual…

Por ejemplo, pensemos en una conversación cualquiera, donde los actores en una situación dada intercambian secuencias de lenguaje.

En todos los casos, indenpendientemente del idioma,  el uso lingüístico está regulado de tal manera que hace posible que los hablantes no sólo decodifiquen oraciones, sino que infieran el sentido y la fuerza de los enunciados en que aparecen las oraciones. Esto es, agreguen alguna parte de significado a través de elementos no verbales como el tono, la mirada, los gestos, la relación que existe entre ambos y una infinidad de factores que influyen en cada uno al momento de participar de una conversación (su historia de vida, su cultura, su estado de ánimo, sus estado psicológico o mental, las asociaciones que hace inconscientemente mientras escucha o habla… el universo!). Todo, absolutamente todo, atraviesa el espacio y la situación conversacional.